Miguel Angel San Martín
Para el Diario La Discusión.
17 junio 2007.
Querido Isidoro:
Te fuiste una fría noche de otoño en un paraje urbano lejos de tu amada tierra de Ñuble.
Cerraste los ojos lentamente, pensando -seguramente- en este paisaje que hoy te llora. Porque, querido Yoyo, son tantas las lágrimas que hoy se vierten en este valle ñublense que nadie se pudo imaginar siquiera el tamaño de tu obra personal y colectiva.
Junto a tus hermanos, fuiste capaz de sembrar manos tendidas, hombros con hombros, penas y risas compartidas, consoladas con gestos, disfrutadas con verdades.
Junto a tus hermanos y más gente, fuiste capaz de construir una utopía que no termina de cumplirse, pero que ilumina la senda de su búsqueda incesante y sin descanso.
Junto a tus hermanos, más gente y un pueblo entero, desgastaste tu corazón por una causa noble, amplia, generosa.
Cuando presentías el punto y final, le dijiste a un desconocido que llamara a tu hija para despedirte…pero no alcanzaste a culminar en palabras ese pensamiento. Sin embargo, ten la certeza de que ese mensaje no sólo le llegó a ella, sino que también a todos nosotros. Si, amigo, tu palabra del postrer adiós llegó a los oídos de tu hija pero también a los nuestros, por lo tanto ahora no está sola.
Porque, te reitero, tus palabras echaron raíces en las conciencias de una amplia porción de coterráneos. Batallón que hoy se pone junto a tu familia para apoyarla, para compartir penas y lágrimas, ya que de esa forma son menos penas, son menos lágrimas.
Conglomerado que se pone hombro con hombro con los tuyos para renovar anhelos, sacar lustre a la utopía y volver a empujar carros de futuro. Utopía amplia, generosa, franca, como lo fue tu sonrisa que hoy me llega desde la portada de los diarios que te rinden así su homenaje.
Es la sonrisa de la verdad, de la victoria, de la esperanza.
Es la sonrisa que nos permite sorber nuestras lágrimas y borrar nuestras penas, para mirar de nuevo la cresta blanca de la cordillera de Ñuble y escuchar con fuerza la melodía de los ríos que buscan susurrando las aguas del mar.
Es la sonrisa que anima a los campesinos, que estimula a los profesionales, que acaricia a los trabajadores.
Te has ido, querido Yoyo, pero para quedarte entre nosotros, con tu ejemplo, con la página abierta de tu vida, con la enseñanza de tu humildad.
Te recordaremos siempre, que es la forma en que prolongaremos tu ejemplo tan querido, cruzando las alamedas verdes de la esperanza.
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17 junio 2007.
Querido Isidoro:
Te fuiste una fría noche de otoño en un paraje urbano lejos de tu amada tierra de Ñuble.
Cerraste los ojos lentamente, pensando -seguramente- en este paisaje que hoy te llora. Porque, querido Yoyo, son tantas las lágrimas que hoy se vierten en este valle ñublense que nadie se pudo imaginar siquiera el tamaño de tu obra personal y colectiva.
Junto a tus hermanos, fuiste capaz de sembrar manos tendidas, hombros con hombros, penas y risas compartidas, consoladas con gestos, disfrutadas con verdades.
Junto a tus hermanos y más gente, fuiste capaz de construir una utopía que no termina de cumplirse, pero que ilumina la senda de su búsqueda incesante y sin descanso.
Junto a tus hermanos, más gente y un pueblo entero, desgastaste tu corazón por una causa noble, amplia, generosa.
Cuando presentías el punto y final, le dijiste a un desconocido que llamara a tu hija para despedirte…pero no alcanzaste a culminar en palabras ese pensamiento. Sin embargo, ten la certeza de que ese mensaje no sólo le llegó a ella, sino que también a todos nosotros. Si, amigo, tu palabra del postrer adiós llegó a los oídos de tu hija pero también a los nuestros, por lo tanto ahora no está sola.
Porque, te reitero, tus palabras echaron raíces en las conciencias de una amplia porción de coterráneos. Batallón que hoy se pone junto a tu familia para apoyarla, para compartir penas y lágrimas, ya que de esa forma son menos penas, son menos lágrimas.
Conglomerado que se pone hombro con hombro con los tuyos para renovar anhelos, sacar lustre a la utopía y volver a empujar carros de futuro. Utopía amplia, generosa, franca, como lo fue tu sonrisa que hoy me llega desde la portada de los diarios que te rinden así su homenaje.
Es la sonrisa de la verdad, de la victoria, de la esperanza.
Es la sonrisa que nos permite sorber nuestras lágrimas y borrar nuestras penas, para mirar de nuevo la cresta blanca de la cordillera de Ñuble y escuchar con fuerza la melodía de los ríos que buscan susurrando las aguas del mar.
Es la sonrisa que anima a los campesinos, que estimula a los profesionales, que acaricia a los trabajadores.
Te has ido, querido Yoyo, pero para quedarte entre nosotros, con tu ejemplo, con la página abierta de tu vida, con la enseñanza de tu humildad.
Te recordaremos siempre, que es la forma en que prolongaremos tu ejemplo tan querido, cruzando las alamedas verdes de la esperanza.
Mi email es audigavi9@hotmail.com * Celular 09-917_0689
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